SURUBI En las márgenes del río Iténez, en el departamento de Beni, la piel sin escamas del pez surubí se puede convertir en un cinturón, una billetera, la funda de un cortaplumas o en cubierta de una elegante agenda.
Aquel pez, cuyo nombre científico es Pseudoplatystoma coruscans, posee un resistente cuero, igual o mejor que el de un toro; cualidad que ahora es aprovechada por los pescadores benianos para transformarlo en productos de alta calidad.
El surubí tiene una dermis con manchas semejantes a las de un felino. Por eso los pescadores lo han bautizado familiarmente como pez atigrado. Los ejemplares más grandes pueden llegar a medir hasta un metro y 20 centímetros.
Septiembre es la mejor época para su pesca en los ríos benianos. En julio las hembras están preñadas y las crías están todavía pequeñas.
Después de la pesca, la próxima fase es la del curtido. Para ello se utiliza la corteza de un árbol de la zona. Con esta cáscara envolvemos el cuero ya cortado y lo sumergimos en el agua por cuatro días, después de ese tiempo el cuero se vuelve más brillante.
Ese paso es vital para que la piel del pez pierda su olor penetrante, adquiera más resistencia y cambie de color, del café al rosado
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